Verano atípico
4 septiembre, 2019Los efectos de la sequía
27 enero, 2020Con todo lo que está aconteciendo alrededor del clima, parece inevitable que hablemos del cambio climático. Hay cada vez una mayor conciencia que nos empuja a cuidar la naturaleza. La herencia recibida, el legado que debemos pasar a las futuras generaciones.
Es innegable que se están produciendo cambios en el clima que afectan ya a nuestros cultivos, sobre todo a los de secano. No es este lugar para andar pontificando sobre este asunto. Ni es nuestra intención. Pero lo cierto es que, sea por ciclos desfavorables o sea por cambios climatológicos permanentes, el olivar de secano, nuestro olivar, está sufriendo en los últimos años mucho más de lo que habíamos previsto.
Estadísticas sobre el clima
Las estadísticas de precipitaciones de los últimos años reflejan una reducción importante respecto a los niveles normales. Ello comporta un déficit hídrico que se va acumulando en sucesivas campañas. La última, 2018 / 2019 ha sido especialmente deficitaria. Y el daño no es sólo debido a la escasez de lluvias, sino también al reparto de estas a lo largo del año. Se dan períodos demasiado largos sin ninguna lluvia. Así, desde mediados de la primavera hasta bien entrado el otoño no ha habido nada de lluvia.
En esas condiciones, hasta el olivo, maestro del aguante y la resistencia, llega al final del verano en condiciones que le impiden realizar bien su trabajo. Que es dar fruto sano y abundante.
Estrategia de defensa
Para defenderse de estas condiciones adversas, el olivo tiene su estrategia. Y nosotros le ayudamos en ello. Donde no se puede regar, hay que extremar las medidas paliativas. Proteger el suelo de la evapotranspiración es fundamental. Para ello segamos la cubierta vegetal en primavera dejándola en el suelo. Tapar las grietas que se produzcan también es importante. Eliminar los chupones que compiten con las ramas productivas por la savia. Y otras labores como ya comentábamos en nuestro artículo sobre el manejo del olivar de secano.
Todo eso ya lo hacemos. Por lo demás, paciencia. Esa virtud tan unida a la agricultura que nos recuerda que no hay que perder la esperanza. No pensemos que todo depende de nosotros, pero no olvidemos tampoco que nuestra aportación es muy importante. Y respetando lo que recibimos de nuestros mayores, todo podrá encauzarse de nuevo. Y no seamos catastrofistas. Los refranes ya nos lo advierten, como por ejemplo este:
Aceite y aceituna, a veces mucha, otras ninguna.
O sea, que nada nuevo bajo el sol. Si acaso, la novedad sea nuestra actitud. Con toda la tecnología a nuestro alcance somos capaces de destruir todo lo que nos rodea. Nos olvidamos de que los tiempos de la naturaleza no son los nuestros y lo queremos todo de manera inmediata. Hay que vivir con la naturaleza, no contra ella, y aprender de lo que nos puede enseñar. Hay que conocerla y respetarla.