Ronqueo de Atún en Macarela
22 mayo, 2019La Inducción Floral en el Olivo
5 junio, 2019La Perdiz Roja es, de entre todas las clases de perdices que habitan en la península ibérica, la más abundante con diferencia. Su distribución abarca prácticamente toda la península con excepción de la cornisa cantábrica. Las zonas que prefiere para vivir son los campos de labor y las dehesas de monte bajo. En esos parajes encuentra abundante comida y suficiente abrigo para anidar y defenderse de sus depredadores.
En algunas zonas donde tradicionalmente era abundante, la población ha ido retrocediendo por motivos diversos. Poco a poco se concentra más en el sur y el oeste y va disminuyendo en el resto. Uno de los motivos principales de esa disminución ha sido la mecanización de la agricultura y el uso abusivo de herbicidas y otros pesticidas. No sólo les perjudican estos últimos porque eliminan flora y fauna que constituyen la base de su sustento. También tienen un efecto negativo en la tasa reproductiva de la perdiz.
Aparte de estos efectos negativos, otro aspecto no menos importante es el impacto de la caza no regulada (furtiva). Esta es insaciable y debe ser perseguida con todos los medios al alcance de las administraciones. La explotación cinegética bien planificada y ejecutada, no sólo no perjudica, sino que ayuda de hecho a fijar y aumentar las poblaciones.
Nuestro entorno, un lugar ideal para la Perdiz
En la distribución actual de las poblaciones de perdiz en España, la zona donde se ubica el Olivar del Lentisquillo (Medina Sidonia, en la provincia de Cádiz) es, sin miedo a equivocarnos, un paraíso para esta ave. El nuestro es un olivar tradicional en cultivo ecológico. El suelo, en no laboreo, mantiene una cubierta vegetal espontanea que se siega anualmente con medios mecánicos. En las lindes y los caminos abundan árboles y arbustos propios de estas latitudes. Como por ejemplo acebuches, lentiscos, peruétanos, palmitos, carrascas, retamas, majuelos y otros.
El abrigo del bosque mediterráneo, el suelo cubierto de vegetación espontánea, la gestión respetuosa con el medio ambiente. Todo, en fin, contribuye a que la perdiz se encuentre como en casa. Y de ello estamos muy orgullosos. Desde un punto de vista estrictamente productivo, el olivar intensivo o superintensivo ofrece indudables ventajas. Pero desde un punto de vista de equilibrio con la naturaleza, el olivar tradicional está mucho más cerca de ese equilibrio que los demás.
Es normal en esta época encontrarnos a la caída de la tarde a mamá perdiz seguida de una buena nidada de perdigones. Qué mejor ejemplo de que nuestro entorno sigue siendo un lugar ideal para su cría.