Oro verde. No es oro todo lo que reluce
20 junio, 2018Panel de cata de aceite de oliva
27 junio, 2018Este año agrícola no está siendo precisamente un año al uso. Uno que pudiéramos catalogar como normal desde el punto de vista meteorológico. No tanto por las estadísticas de precipitaciones y temperaturas acumuladas como porque ha sido, para sorpresa de muchos, una vuelta a la normalidad. En años anteriores veníamos arrastrando un importante déficit hídrico del que algunos no veían el final. Los embalses en mínimos históricos y las lluvias al principio de la campaña, tan escasas como nos temíamos que pudieran ser.
Nada hacía presagiar que las lluvias llegarían con fuerza al final del invierno y en la primavera. Tanto es así, que los pocos que se aventuraban a lanzar predicciones – del tipo de las cabañuelas por ejemplo – hablaban de un año seco para este 2018. Pues no parece, no. Sobre todo después de las intensas lluvias de primavera. ¿Y cómo será el verano? Pues la verdad, visto el éxito de los especialistas en predicciones, mejor guardamos un respetuoso silencio al respecto.
El buen año agrícola depende en primer lugar de la naturaleza
La madre naturaleza nos sigue recordando una y otra vez que es imprevisible. Podemos observar tendencias, ciclos que se repiten más o menos, y cosas así. Pero al final, lo mejor es hacer caso de la sabiduría popular y prepararnos siempre para lo que venga. Sea lo que sea. Y este año agrícola, desde el punto de vista del olivar, no ha empezado mal. Hemos tenido lluvias abundantes que para el olivar de secano han sido fundamentales.
No se han producido daños significativos gracias a una gestión adecuada del suelo. De esta forma, el terreno acumula ya una buena reserva para poder transitar por los meses del verano. Las plagas, debido a las inclemencias del tiempo no han podido desarrollar su primera generación. Por ejemplo el prays, cuya incidencia es muy reducida este año con respecto a otros años considerados normales. También se espera por esa misma razón una menor incidencia de la mosca del olivo, aunque aún está por ver.
El estado de los árboles es bastante bueno y las aceitunas están engordando en buenas condiciones. La humedad y temperatura que estamos teniendo, sin embargo, son las ideales para que se desarrolle el hongo del repilo, tan dañino para el olivar. Pero si hemos tratado correctamente la arboleda con los fungicidas cúpricos necesarios – práctica habitual – no deberíamos temer un impacto en la producción de la campaña.
Perspectivas de campaña
Todavía es muy pronto para aventurar cifras de producción. Aunque hay quien anda por ahí estimando producciones de tanto o de cuanto para este año agrícola. No sabemos si el verano será caluroso, muy caluroso o más bien fresco. Y no sabemos cuánto tardarán en aparecer las primeras lluvias de otoño. Esos dos factores por sí solos, temperaturas excesivas y lluvias otoñales tardías, pueden dar al traste con un buen año. Tanto en cantidad como en calidad del aceite. Un excesivo estrés hídrico en la lipogénesis, nos puede arruinar la cosecha. Menor producción y aceites que no alcancen la clasificación de virgen extra.
Esperemos que no sea así. Pero ya lo iremos contando e iremos viendo cómo las medidas de gestión que adoptamos en el manejo de nuestro olivar sirven para minimizar daños. De momento, nadie se esperaba una primavera como la que hemos tenido y el olivar se ha beneficiado de unas condiciones climatológicas muy favorables. Evolución normal en el Olivar del Lentisquillo.