Se vislumbra una cierta recuperación
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20 junio, 2018Cuando decimos que un producto es ecológico nos referimos a que ha sido elaborado con métodos de producción que respetan el medio ambiente. Es decir, sin utilizar medios artificiales que dañen el ecosistema. Acercándonos todo lo posible al proceso natural.
Esto es algo que puede parecer una obviedad pero que encierra no pocas dificultades. Si retrocedemos en el tiempo podemos ver que los métodos de producción antiguos eran, en su mayoría, ecológicos. Claro, pues los productos que hoy en día se consideran más nocivos, antiguamente no existían. La agricultura, en sus orígenes, era respetuosa con el medio ambiente. Sobre todo porque no tenía la capacidad destructiva que la ciencia moderna ha puesto en nuestras manos en las últimas décadas.
Breve historia del concepto de cultivo ecológico
Los primeros pasos hacia una incipiente agricultura ecológica, los encontramos en la primera mitad del siglo XX. En los años 20 el británico A Howard publica su método de compostaje de residuos orgánicos. Posteriormente, en los años 40, apoyándose en los estudios de Howard, el también británico Lord Northbourne y el suizo Dr Müller inician los principios de la Agricultura Orgánica y Biológica. Estos principios eran los siguientes:
- Utilización de fertilizantes orgánicos
- Mantener el buen estado del humus del suelo
- Limitar al mínimo las labores
- Considerar la finca como una totalidad orgánica, viva y dinámica.
Así se llega hasta la década de los 90 en la que ya podemos hablar de Agricultura Ecológica propiamente dicha. Es parte de una corriente de preocupación por el planeta en que vivimos.
El hombre ha hecho progresos en todas las disciplinas y también en la agricultura. Esos progresos, encaminados a la optimización de las técnicas de cultivo, han alcanzado cotas inimaginables en otros tiempos. El problema está en que al mismo tiempo se han puesto a disposición de los agricultores unos productos de última generación que dañan gravemente el equilibrio natural.
El compromiso actual del productor ecológico
La agricultura ecológica no pretende negar la optimización de los recursos. Nuestro natural afán por mejorar todo lo que hacemos es un motor fundamental del progreso. Y el progreso en sí mismo no es malo. Pero no podemos progresar a cualquier precio. Sobre todo cuando detrás de esos pretendidos progresos están los intereses económicos de multinacionales que solo buscan el enriquecimiento. Lo que necesitamos es hacerlo todo en equilibrio con el medio ambiente. Respetando los ritmos y los ciclos del planeta en que vivimos. Sólo así aseguramos nuestro futuro. Esa es nuestra vocación en el Olivar del Lentisquillo. Por eso nos decidimos por elaborar aceite de oliva virgen extra con un apellido más: ecológico.
La certificación por entidades independientes
Para asegurar y certificar que lo hacemos así, nacieron las entidades de certificación. Son entidades que velan porque los productores realicemos nuestro trabajo respetando la naturaleza, manteniendo la biodiversidad y sin utilizar productos nocivos para el ecosistema. Todo esto implica que hay una serie de prácticas no adecuadas y de productos no adecuados. O dicho de otro modo, hay prácticas y productos que son adecuados y compatibles con la certificación de cultivo ecológico.
En nuestro caso, el Olivar del Lentisquillo, la certificación nos la da el CAAE, Comité Andaluz de Agricultura Ecológica. Recibimos la visita anual, sin previo aviso, y debemos estar preparados para atenderla y poner a su disposición toda la información que necesiten. Una vez realizada la visita, el técnico del CAAE envía toda la información y documentación a sus oficinas centrales donde es revisada. Y al cabo de unas semanas recibimos el resultado de la inspección que, hasta el momento, siempre ha sido positivo.
Eficacia de la certificación
Esta certificación nos habilita para llevar nuestra producción a una almazara ecológica. Esta almazara, también debe estar certificada. Una vez comprobada la procedencia de la aceituna, se procesa el lote y el aceite es almacenado para proceder posteriormente a su envasado. Al ser aceite procedente de aceitunas con certificado ecológico, y procesado en una almazara también certificada, podemos envasarlo como tal. Podemos hacer constar en las etiquetas que se trata de aceite procedente de cultivo ecológico. Por supuesto la trazabilidad de los lotes que entran en el proceso es vital para asegurar la calidad final.
Es importante que se sepa que todos estos pasos se deben cumplir. El certificado debe estar a disposición del consumidor o de las autoridades que lo requieran. Se debe evitar el fraude, pues de lo contrario, pagarán justos por pecadores.
Economía del cultivo ecológico respecto al convencional
Los productores de aceite ecológico tenemos que soportar unos costes de producción mayores que los que soporta la agricultura convencional. Esto es así porque los productos que se pueden usar, ya sea para fertilizar o para luchar contra plagas y enfermedades, son menos eficaces que los productos convencionales. Y ello comporta una menor productividad. O sea, un coste unitario mayor que el que se puede obtener en agricultura convencional.
Por ello, el precio de un litro de aceite de procedencia ecológica es mayor normalmente que el de procedencia convencional. El consumidor que busca este tipo de producto, normalmente está dispuesto a asumir este incremento en el precio porque valora más el beneficio que le aporta. Pero debemos asegurarnos de evitar el fraude. Por eso, cuando ofrecemos un aceite de oliva virgen extra ecológico tenemos que aportar todo lo necesario para que el consumidor tenga la garantía de que eso es exactamente lo que compra.
Por lo demás, el aceite procedente de aceitunas de cultivo ecológico está libre de residuos químicos. Es fuente de salud y es el resultado de un trabajo realizado en armonía con el medio natural.